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En el supermercado fue grata la sorpresa hoy cuando encontré Dr. Pepper en una góndola. Alguna vez que tuve oportunidad de viajar afuera hice deleites de esta tradicional gaseosa norteamericana compuesta -según indica la lata- de 23 sabores combinados. La burbujeante mezcla por su color marrón puede confundirse con Coca-cola, pero su gusto se asemeja más a algo entre una cerveza de raíz (la cerveza sin alcohol norteamericana) y un jarabe. ¡A no desconcertarse por esta similitud! En tiempos ya algo remotos, como el año 1886 cuando se fundó Dr. Pepper -Coca cola lo haría al año siguiente- las gaseosas originalmente servían a los más excéntricos fines medicinales. Como la Coca cola, alguien vio que la Dr Pepper era suficientemente rica como para sacarla de su uso terepéutico y previa inyección de gas carbónico y azúcar la convirtió lo que es hoy. Verlo en Disco fue una emoción, y tomarla fría recién más aún. ¿El precio de esta joya importada? Casi 2 pesos, es decir unos 70 centavos de dolar.
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Anteriormente tuve otra adquisición. Se trata del -recientemente llegado- pisco Campanario, de procedencia chilena. Este aguardiente de 40º se logra tras la destilación de vino de uva, conservando el gusto original a vino blanco. Es fuerte, y como con cualquier bebida alcohólica de alta graduación hay que medir su consumo. Celebremos la llegada de ambos productos con un brindis...¡con Pisco, por supuesto!.
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