Copio un
artículo de Dennis Pitté Fletcher que resulta de mi agrado por lo abarcativo del abordaje sin descuidar un grácil poder sintético.
"Neosocialismo vs. neoliberalismo
Por Denis Pitté Fletcher (*)
Este año se cumplen 150 años de la sanción de la Constitución Nacional de 1.853, cuyos fundamentos promovieron a la Argentina a ser el país líder
en Latinoamérica y a ocupar uno de los primeros lugares en el mundo. La filosofía liberal, inyectada por el binomio Urquiza-Alberdi, demostraba así
su intrínseca inteligencia y su cabal comprensión de la naturaleza humana y de la sociedad de orden extenso. Luego de los primeros 75 años de crecimiento acelerado e ininterrumpido, la demagogia de ciertos sectores pseudoilustrados promovió la descalificación del liberalismo y abrió paso a la filosofía “contra natura” del socialismo, adoptando la forma del nacionalismo y
el estatismo. Es decir, nos cerramos al mundo que solo quería perjudicarnos, y el Estado, de ser una herramienta al servicio de los habitantes del suelo patrio, pasó a ser un fin en sí mismo y el feudo de los políticos que vieron en él
una formidable máquina generadora de recursos para sus bolsillos. Se destruyó así todo incentivo a la producción generadora de riqueza, y el Estado comenzó a succionar la sangre de la Nación mediante altos impuestos,
endeudamiento externo e interno, y emisión monetaria espuria, todo para engrosar las arcas de los que ocuparon el poder y sus secuaces, y para promover demagogia a diestra y siniestra con el objeto de obtener votos y mantenerse en ese poder. Se aprovechó, para ello, el resentimiento de algunos ilustrados, más ignorantes que los analfabetos en cuanto
leyeron los libros equivocados. Un séquito de alcahuetes no desinteresados, apoyaron la descalificación del liberalismo como sistema, pues éste entorpecía fastidiosamente las posibilidades de abusar del poder y de enriquecerse
a costa del pueblo. Para ello, estos ilustres seguidores de
Rousseau y de su ‘“Contrato social” -madre de tantos males europeos como el nazismo y el comunismo- acudieron a la invocación de la igualdad como valor supremo, abriéndose paso de este modo a un inevitable autoritarismo dirigista axiológicamente justificado. Así, estos segundos 75 años de
vida nacional fueron el escenario de la decadencia, la frustración, la desesperanza, el autoritarismo y la emigración. Hoy, se sigue descalificando al liberalismo,
utilizando esta vez como ejemplo de los males que produce a la década de los noventa, pretendiendo, por ignorancia o por mala fe según el caso, que esa década siguió puntillosamente la receta liberal y que sus resultados
negativos son propios del liberalismo. Conviene, pues, explicar que el liberalismo supone el respeto irrestricto por los derechos individuales, en especial los derechos a la vida, a la libertad, a la propiedad, y a la búsqueda de la
propia felicidad, y que para ello el Estado debe ser mínimo y de bajo costo, pues resulta incompatible con el desarrollo de la libre-empresa un alto nivel de impuestos o de intromisión del Estado en los intereses particulares, en tanto ello vulnera la garantía de inviolabilidad de la propiedad. En la década
de los noventa, bajo la presidencia del Dr. Menem, y más allá de ciertos aspectos que la camuflan de liberal como la adopción de la moneda norteamericana o las privatizaciones de empresas estatales, lo cierto es que se incrementó el gasto público de una manera colosal, que los impuestos se
elevaron también colosalmente, que el endeudamiento externo e interno no se detuvo ni por un instante, y, para peor, que el mercado cambiario se encontraba absolutamente controlado por el Estado convertibilidad mediante,
haciendo paulatinamente cada vez más difícil producir y competir, pues el creciente componente impositivo, trasladado a precios, se estrellaba contra el muro de la paridad uno a uno. De allí la recesión, la desocupación,
y la “exclusión social” como gustan decir los neosocialistas. Se trató de un modelo estatista, y, por tanto, antiliberal. La realidad y la historia han probado acabadamente que los países que adoptaron el ideario liberal, de cualquier raza que fueran (EEUU, Australia, Nueva Zelanda o
Hong Kong), lograron el mayor bienestar para sus ciudadanos, en tanto que aquellos que impusieron un régimen socialista (URSS, Cuba, Corea del Norte, la mayor parte de Europa), viven en la miseria o caminan hacia el
desastre.Los necios y los ideólogos socialistas de izquierda o de derecha, lograron destruir a nuestra patria, y, lo que es peor, no toman conciencia de su torpeza y de su error fundamental, esto es, la filosofía socialista que pregonan.
La realidad es vista por ellos a través del lente de la ideología y no del microscopio imparcial de la ciencia. Volver a las fuentes de la libertad nos aseguraría retomar la Argentina del progreso; pretender continuar en la
mística de la igualdad, nos seguirá hundiendo en el infierno.
(*) Abogado"