sábado, marzo 25, 2006

Dos izquierdas

Habiendo terminado esta fecha festiva, podemos pasar algo en limpio. Como hubiera dicho apócrifamente el ingeniero en demoliciones Derrida, "manos a la obra que hay mucho por deconstruir".
Ayer se armó algún tumulto tras la lectura del documento en donde el gobierno queda como el más criticado. Enseguida varios de los organizadores del acto quisieron despegarse, aclarando que no adherían a la proclama. La divergencia admite varias lecturas:
Por un lado habría una izquierda "dura" (nosotros la llamaríamos extrema o radicalizada, el gobierno la llamó "siniestra") y una izquierda "blanda", o más acorde a la terminología de los ayer involucrados, un amplio sector de la sociedad cuyo móvil estriba en el repudio al régimen militar del 76´. Esta categorización presenta problemas si no se formulan las pertinentes aclaraciones.
La causa de repudiar el golpe era común entre los concurrentes, fueran blandos o duros y también podía serlo para un enorme sector de la sociedad con posibilidades de ir que, sin embargo, no fue. Vemos así que las marchas pueden tener como motivo reivindicaciones en orden a los derechos humanos, quizás no compartidas por todos en plenitud pero sí parcialmente. Las marchas de derechos humanos de este tinte (no ya las de Blumberg) convocan fundamentalmente a personas que comulgan con la izquierda, sea desde el activisimo o desde los valores y pensamiento. Sabemos entonces que los concurrentes responden a diversas proclamas desde la izquierda, pero siendo estas tantas, ¿cómo se dividen en dos? Una primera aproximación la daban los grupos al clasificarse en blandos/duros, que prácticamente se corresponden con el alineaminto/oposición al gobierno.
La diferencia, generalizando groseramente dentro aquel espectro político, radica en el cómo. En cuanto al núcleo más terrenal de los reclamos de cada organización (la CCC tiene intereses hacia su propio entramado por los que debe velar, y difieren de los de, por ejemplo, las madres de plaza de mayo) pueden ser pedidos o exigidos al gobierno, y este a su vez acogerlos, o pueden acometer vias de hecho, haciendo sentir así su fuerza e intransigencia frente al gobierno (ej piqueteros Castellistas). Esto en cuanto al reclamo diario, nuclear, funcional, básico de cada organización para legitimar su existencia y procurarse la susbsistencia. Luego vienen, más que reclamos, las proclamas, comunes a todo el género de la izquierda (ya no diferenciado por sus especies). Las pancartas de la izquierda tradicional vienen a llenar un ideario de sociedad más justa, con poca o nula propiedad privada, de iguales, muy estatizada o totalmente estatizada, etc. y allí hay un catálogo variopinto que sólo discute detalles. Las proclamas, vistas como exigencias de fondo aun cuando hoy sean letra muerta, son más o menos compartidas por todo el espectro (el que aboga por poca propiedad privada coincidirá más con quien exige para ella su abolición que con quien la entiende como fuente principalisima del quehacer económico). Aquí, también como en los mencionados reclamos tendientes a permitir su propia organización funcional, la diferencia estriba en el cómo. La divergencia es conocida y responde a dos maneras de entender que se puede transformar la sociedad. Para algunos, siguiendo la tradición ruso-china, la revolución debe alcanzarse por medio de la fuerza. Para otros, naciendo en Bernstein y la socialdemocracia, la revolución puede alcanzarse, o al menos aproximarse, por las vías que el mismo sistema habilita legalmente. Hoy en dia, abandonada la primera opción, se pone en tela de juicio la viabilidad de la segunda. Una izquierda fraccionada y minúscula no tiene peso en el juego democrático, por lo que entregarse al peronismo, que si lo tiene, ha sido y es una opción válida, en tanto para otros es una claudicación impracticable. Suscribir al documento leído, aun coincidiendo con él, lastimaba esta alianza con el peronismo, actual detentador del poder.
Otro elemento que puede contribuir al cisma es la temporalidad del reclamo. En tanto todos fueron a "repudiar el golpe", el mismo acaeció hace 30 años. El tiempo continuó y nuevos problemas fueron surgiendo, de manera que la escisión reconoce causa en la perentoriedad de problemas actuales frente a los prefieren circunscribir la jornada a la consecución de la verdad, justicia y memoria. Más allá de que busquen la mitad de todo eso, un dato de la realidad es insoslayable: el muerto que murió ya no vuelve. El que no murió, todavía se puede salvar. Por eso, al margen los reclamos en el documento mayoritariamente no suscripto sean o no valederos (ej la libertad de los presos en Las Heras), son problemas actuales. Distinto sería si, como parecieran pretender algunos, se reclamase por la libertad de los presos de Las Heras, pero el penal de Palermo que ya no existe.

No como conclusión sino como reflexión general:
En toda esta remembranza de los 70´s veo una necesidad de flagelo que solo se compadece con el masoquismo. Es como si a fuerza de azotes quisieran hacer purgar a todos lo que todavía algunos no han tragado. Excutir estos males requiere de una madurez y frialdad que evidenciamos no tener. El gobierno escogió un momento inoportuno para hacerlo y el clima de revanchismo se palpa. Sin una reflexión holística, sensata y profunda, lo único que queda es el resentimiento hecho moda.

8 comentarios:

Dieguistico! dijo...

Lo que me parece lamentable es que la izquierda haya usurpado la bandera de los "derechos humanos", siendo que en realidad la única corriente de pensamiento verdaderamente consustanciada con la defensa de tales derechos es el liberalismo.
Una izquierda, que en cualquiera de sus variantes, entiende al individuo como un instrumento al servicio de la sociedad, como un medio para alcanzar un ideal de sociedad perfecta, no puede de ninguna manera tener un verdadero compromiso con los derechos y la dignidad del ser humano.
En este sentido, la supuesta reivindicación de los derechos humanos no es más que una bandera utilizada con finalidad política.
En realidad lo que se defienden no son los "derechos humanos" en general, sino sólo los derechos de aquellos humanos que se estima pertenecen a la misma clase o grupo ideológico.
¿Cómo se explica sino el nulo interés de la izquierda, en su totalidad, en defender los derechos humanos sistemáticamente violados en Cuba, en China, o en su momento en la URSS?
¿Acaso alguna de las supuestas "organizaciones de derechos humanos" participó en la reciente marcha reclamando la democracia en Cuba?
Por supuesto que no, porque el interés de la izquierda en los derechos humanos es sólo un interés instrumental en función de ciertos objetivos.
La única corriente de pensamiento que tiene un compromiso verdadero con los derechos humanos, insisto, es el liberalismo, puesto que es un sistema de ideas que tiene cómo último fundamento la dignidad del hombre.
¿Por qué hemos permitido que usurpen la bandera de los derechos humanos quienes no están verdaderamente comprometidos con ellos?
¿Por qué nos cuesta tanto a los liberales hacer entender que nuestro compromiso con los derechos humanos es el único verdaderamente coherente y sincero?
¿Hasta cuando la opinión pública seguirá siendo víctima de esta confusión deliberada de las ideas, que en definitiva sólo es favorable a ciertos grupos de poder?

Agustin dijo...

Marcos. Gracias por tu comentario del otro dia. Tengo una idea. Juntamos material cada uno por su parte sobre un tema particular (instituciones, religion, economia, etc); le agregamos un par de comentarios; lo publicamos cada uno en su blog. Pensalo.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Estoy de acuerdo con Diego, pues la izquierda setentista en América Latina no creía en los derechos humanos, hasta que sus golpes de estado les salieron el tiro por la culata y empezaron experimentar la violencia en ellos mismo.
Naturalmente, sólo violan los derechos humanos los militares, no los montoneros,el EJP y el mir, y toda esa tropa de terroristas incivilzados que es la izquierda.

MarcosKtulu dijo...

El tema que tratás Diego merece ser motivo de un nuevo artículo, cuando no un capítulo o un libro. Aparte de la sociología de esta gente que se llena la boca con los derechos humanos, es interesante indagar sobre qué son los derechos humanos, y cómo es que fueron corriendo a los derechos individuales hasta su práctica anulación. Es difícil definir a los derechos humanos por lo amplio de su contenido, si uno se rigiera por los instrumentos internacionales, tan vastos en derechos declamativos. Así, los derechos humanos vendrían a ser la sumatoria de todos los derechos de orden público en la evolución de los últimos siglos, clasificándose por etapas o generaciones, y casi sin importar que éstos entren en franca contradicción. Por ende los habría de 1era (individuales o civiles), 2nda (políticos), 3ra (sociales) y 4ta (olvídense del nombre) generación. Los defensores de los derechos humanos consideran a la 1era etapa como necesaria pero ya anticuada. Me parece que otra interpretación es posible, cuando asimilamos derechos humanos a los derechos individuales, de manera de restringir los primeros de la mayor forma hacia la tutela de la vida y la libertad. Incluso si te fijas, son las noticias sobre la conculcación de estos derechos los que más resuenan e indignan. En cierto sentido, los derechos humanos vendrían a ser sólo una positivización del derecho natural (valga la contradicción). De todos modos el concepto de derechos individuales me parece el más completo y realizable (y también mas sustentado por el derecho natural), cuando incluye a la propiedad, tan rechazada por los instrumentos internacionales. Si además los complementás -materia discutible también- con los llamados derechos personalísimos tutelados en el derecho civil, tenés un panorama realista de derechos "basicos" o "esenciales" (como les gusta denominar a los humanos) autosuficientes.
Las reformas constitucionales del 57 y 94 agregaron tantos derechos y con ellos tanta confusión, que la crítica dirigida al derecho natural, en cuanto inasible, o a los derechos individuales, por insuficientes, se hizo carne en los mismos derechos "difusos", de "incidencia colectiva", etc.
Agustín: pasame tu mail así te mando alguna cosa.

Dieguistico! dijo...

Como aclaración, te comento que entiendo a los "derechos humanos" como equivalentes a "derechos individuales", que en definitiva son los únicos intrínsecamente inherentes a la dignidad de la persona humana.
Los supuestos "derechos humanos" de segunda, tercera y cuarta generación, en el mejor de los casos, y si no entran en colisión con los verdaderos derechos humanos (es decir, los derechos individuales) son accesorios a la realización de éstos. Ahora bien, si existe un conflicto entre los derechos individuales y supuestos derechos políticos, sociales, etc., la única forma de salvaguardar la libertad y la dignidad humanas es dando primacía a los primeros.

Francisco J. Ibero dijo...

Concuerdo con Goldman.Los derechos
humanos,o se defienden en todas partes o en ninguna.Los liberales
somos prácticamente los únicos que
lo hacemos.A mí por ejemplo me da
naúseas ver a la Bonafini y sus hipócritas prédicas.Para ella los únicos que tienen derechos son los izquierdos.Llora a unos muertos y luego aplaude a los asesinos de otros,como a Castro y la ETA.Sencillamente nauseabundo.De estos polvos vendrán otros lodos.

Anónimo dijo...

Es muy insteresante la discución que se armó aquí sobre los DDHH.
Faltan Cerveza y Manies y va de fiesta!.
No concuerdo mucho, o en realidad, si concuerdo. Si, ya se, ya me hice bola.
La realidad es que creo que si bien los DDHH son para todos los seres humanos, prefiero decir así, antes que decir, para todos los Hombres, hay una erronea remarcación de quienes proclaman el favoritismo por los DDHH de unos y no los de otros.
Ahí Marquitos le tiraba medio como un palito a Blumberg.
Aca están viendo como los sectores de izquierda solo se preocupan por los DDHH de algunos y no los de otros. Sería bueno remarcar como Blumberg destrozó todo el Código Penal con sus leyes Ruckauf bajó el lema de "Derechos humanos para los humanos"...practicamente así lo mandaba el tipo.
Creo que es muy difícil juzgar a Bonafini o a Blumberg por su defensa parcial de los DDHH. Son gente que perdieron a sus hijos, simplemente.
Si bien el dolor no da Derechos, a veces da irracionalidad, y eso es difícil de curar, sobre todo cuando se trata de un hijo.
Es verdad que algunos se preocupan más por los DDHH humanos violados por Bush que por los que viola Castro. Quienes defienden esto se fundan en que los Derechos Humanos que viola Castro están justificados por ser el medio para haber logrado una revolución anticapitalista. Y creo que aca está el problema grave, la falencia verdadera, en el tratar de dejar, como seres humanos, de justificar la violación de los Derechos Humanos.
Viviendo en una sociedad anómica como esta, fuera de lo que tenga que ver con el proceso militar y demás, el ciudadano común suele proclamarse en contra de los Derechos Humanos, todo el tiempo. Ahí la nota de la Nación, también tiene que ver con esto me parece. A veces somos tan pero tan irrespetuosos hacia los DDHH de los demás, que hasta terminamos siendo asesinos de nuestros propios DDHH.
Bueno, podría despotricar contra ciertos comentarios que hicieron algunos, con los cuales disiento profundamente. Si hay algo que no nos puede dar asco es un padre dolido por la muerte de su hijo, por más boludeces que diga frente a un micrófono. De ahí a que la sociedad le de permiso para hacer las barrabazadas que se le cante, hay una gran distancia. Tampoco una madre
No son casos distintos el de Blumberg y el de Bonafini, solo por comparar dos ejemplos, nada más. Hay millones de ejemplos. Tenemos 30 mil ejemplos si queremos (Aunque algunos los nieguen).
La falta de respeto hacia los Derechos Humanos tiene, y está intimamente ligada con la falta de respeto hacia el otro. La falta de reconocimiento de los DDHH de los unos hacia los otros, hablando de bandos ahora, también, por supuesto, logicamente.
Se trata de empezar por no justificar ninguna violación de los Derechos Humanos.

Marta Salazar dijo...

bueno, muy bueno