Esto tiene semejanza con los debates inaugurados en los albores de la Revolución Industrial en cuanto a que las máquinas robaban el trabajo. Nuevamente la innovación, inversión, adaptación y eficiencia permitidas por la suficiente desregulación cuentan más que un simple número de empleados. El empuje humano va mucho más allá de un registro de ocupación, y con la correspondiente libertad facilita que en definitiva más gente tenga trabajo.
Por Jorge Castro
"La productividad del trabajo se incrementó en los EEUU 4.1% en el 2004. Significa que en los últimos tres años la productividad norteamericana creció más del 4.4%, el nivel más alto desde 1948, o, lo que es igual, la etapa de auge más elevada en 56 años. En este periodo, la industria norteamericana perdió 2.9 millones de puestos de trabajo, que ahora se han recuperado. Durante el 2004 se crearon 2.4 millones de empleos, la primera ganancia anual tras tres años de pérdidas sucesivas, consecuencia de la recesión del 2001 (de marzo a noviembre), seguida por dos años de bajo crecimiento económico y limitada creación de puestos de trabajo.
Este período coincidía, y en gran parte era el resultado, del fenomenal incremento de la productividad de las empresas estadounidenses.
En el último trimestre del año pasado la productividad creció 2.8%, mientras que el numero de horas trabajas se incrementó sólo 1.9%, y aun así el incremento del último trimestre fue el menor desde la caída del 0.4% en los primeros tres meses del 2001, el año de la recesión.
Este aumento de la productividad laboral no tiene, luego, un carácter cíclico ni circunstancial, sino un significado estructural: es el resultado de la gigantesca oleada de inversiones de la década del 90, sumado a la conversión de los EEUU en una economía de la información. El incremento de la productividad, al tener un carácter estructural, también tiene un significado irreversible. Representa un nuevo punto de partida, no sólo para los EEUU, sino, por extensión, dada la importancia y significado que la economía norteamericana tiene para el mundo (30% del PBI mundial y 50% de la demanda global), constituye también el nuevo parámetro (“benchmark”) para el conjunto del sistema.
En diciembre del año pasado, la economía de EEUU tenía el mismo número de trabajadores en empleos no agrícolas como antes de la recesión del 2001. Hasta dos años después (agosto del 2003), tras haber terminado la recesión en noviembre del 2001, continuó la fase de bajo crecimiento económico, no creación de empleos y aumento del número de despidos, sobre todo en la industria. En el punto más bajo, agosto del 2003, EEUU tenia 2.7 millones de empleos menos en el sector de los trabajadores no agrícolas que en la etapa previa a la recesión. Era 2% menos de empleados que en el pico del año 2000. A partir de agosto del 2003 comenzó el crecimiento del empleo en EEUU, hasta llegar a diciembre del 2004, en que alcanzó un total de 132.3 millones de trabajadores en la fuerza laboral. El punto más alto de empleo en EEUU, en términos históricos, se logró en marzo del 2001, cuando el total del empleo no agrícola llegó a 132.5 millones. En ese momento, la tasa de desocupación fue sólo 3,8%, la más baja en la historia norteamericana desde que se llevan registros (1854).
Lo que hay ahora no es simplemente recuperación de empleo, sino un nuevo tipo de empleo. El número de trabajos industriales ha continuado declinando y se ha acelerado, al mismo tiempo, la migración de carácter regional, ambas tendencias seculares. Las industrias que producen bienes (manufactura, construcción, minería) representaban 18.4% de los empleos no agrícolas en marzo del 2001 (uno de cada cinco). En diciembre del año pasado, estas mismas industrias representaron 16.7%, casi 2 puntos de caída. Mientras tanto, los servicios, que eran el 81.6% de los empleos no agrícolas en marzo del 2001 (cuatro de cada cinco), crecieron todavía más, y hoy alcanzan el 83.3%.
En los últimos 45 meses EEUU, perdió 2.5 millones de empleos industriales, 15% del total. Mientras tanto, los servicios agregaron 2.1 millones de trabajadores, un aumento del 2% desde que comenzó la recesión de marzo del 2001. El sector de servicios vinculado con la salud, ante todo los ambulatorios, fue el que más creció, 18%. El segundo grupo de mayor crecimiento han sido los servicios educacionales, con un incremento del 12.7%. Sobre todo los “Community Colleges”, donde los trabajadores estadounidenses reciclan sus conocimientos y capacidades técnicas y profesionales.
Las cifras muestran que EEUU dejó de ser una economía basada en la industria, como lo era hasta la década del 70, para convertirse en una economía fundada en la información, sustentada en el conocimiento, la ciencia y la tecnología.
El año pasado, la industria de EEUU volvió a crear empleos (79.000), aunque los nuevos puestos de trabajo requieren trabajadores con capacidades distintas a los que exigía el mercado hasta marzo del 2001. Todos los empleos de carácter repetitivo, ya sea en la línea de producción o ensamblaje, han desaparecido o están en camino de desaparecer. Los nuevos empleos requieren un grado de conocimiento e información cualitativamente superiores a los empleos que quedaron atrás.
En suma, el dato central con respecto a los EEUU y a su relación con la economía mundial, es el dramático incremento de su productividad a lo largo de los últimos 15 años, sobre todo desde 1993 en adelante. Este salto estructural de la productividad norteamericana no sólo ha cambiando la estructura del empleo, sino también su vinculación con el sistema mundial. Por eso, el déficit de cuenta corriente no es circunstancial ni provisorio, sino orgánico y estructural. Está fundado en la superior tasa de retorno que tienen las inversiones que se realizan desde el exterior en los EEUU, debido a su superior y sistémico aumento de la productividad."
Jorge Castro
Artículo publicado en EL CRONISTA
Fuente: Instituto de Planeamiento Estratégico
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