Leyendo Salir del socialismo de Guy Sorman, un libro de poca actualidad (escrito a principios de los 90, analiza el desmembramiento del comunismo) me puse de nuevo en contacto con esto que más que recordar, habría que olvidar para siempre. Pero como las vejaciones fueron tantas como las ulteriores enseñanzas, y como asoman en este continente émulos que parecen haber llegado de marte (el planeta rojo), nunca está de más dejar constancia de la condena que merecen.
Al margen de que Argentina no fue socialista en el sentido estricto de la palabra, el estado al que condujo dicho sistema en Europa del este tuvo muchas semejanzas con el nuestro.
El ensayo se desarrolla -como es habitual en Sorman- por medio de viajes y entrevistas. En este caso sus interlocutores son básicamente burócratas y disidentes al otro lado de la cortina de hierro.
Por ejemplo Jaros Kornai le muestra que las botellas de agua mineral en Hungría no pueden abrirse con las manos. Las mismas son producidas por una sociedad estatal que cuenta con el monopolio legal. Sólo se puede abrir una botella con un destapador de plástico que circula en el mercado negro.
Pongo el extracto de una entrevista a Lech Walesa, que muestra la expectativa del dirigente sindical para ingresar al mundo libre:
-¿Qué tiene de bueno el capitalismo?
-¡La eficiencia! El capitalismo funciona!
-¿Y el socialismo?
-No se trabaja mucho, eso habría que conservarlo...
-¿Pero como conciliar las dos cosas, el ocio con la eficiencia?
-Gracias a las computadoras deberíamos lograr combinar la eficiencia del capitalismo con el ocio del socialismo.
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