martes, octubre 07, 2008

Dos adentro

Bueno terminé con dos materias. En la de Garcia Hamilton me quedó 7; me tomó un ayudante que es un 0 a la izquierda y medio que me cagó. Me dijo que no participé en clase. No le dije que ya había muchos interviniendo con demasiadas boludeces (incluyendo él) como para agregar más yo. Quevaché, el factor aleatorio.
En la de Alberdi y Sarmiento me quedó 9. El trabajo fue normalito, pero subió algo la nota por asistencia y participación. Les dejo el trabajo, ¿dale?

Alberdi y Sarmiento

Marcos Cattaneo


a) Críticas de Alberdi a Sarmiento


1) Entre las numerosas críticas de Sarmiento a la campaña del ejército grande, cobra protagonismo la referida a la organización y conducción de la guerra por parte de Urquiza, quien, desoyendo los consejos de sus amigos honrados[1], tomó la decisión de atacar a Rosas en Caseros, -batalla innecesaria, por la baja moral del enemigo, juzga Sarmiento-, y consigue proclamarse libertador.

i) Alberdi recoge el cuestionamiento[2] y lo vuelca contra Sarmiento, recordándole su carácter profano en la ciencia militar (“ud no era soldado”) y la posición de subordinado que éste ocupaba gracias al nombramiento inmerecido de Urquiza. El conocimiento táctico de Sarmiento se limita a una copia del clasicismo de estampa europea, inútil contra el guerrero autóctono del desierto, el gaucho, quien sin instrucción militar batió en retirada a los ejércitos realistas y a los generales unitarios en las décadas pasadas. Mientras Sarmiento habla de las bondades de tener un Estado Mayor, ante cuya sola presencia el enemigo bárbaro se rinda, Alberdi ironiza semejante abstracción mofándose del excéntrico uniforme de quepi y paletot de Sarmiento, el cual provocaba en la tropa más risa que pavor. Para Alberdi el triunfo se debe, ante todo, al genio militar de Urquiza.

ii) En su respuesta[3] Sarmiento defiende la honra ganada en pasadas experiencias de combate, y si bien reconoce no ser un militar de carrera, no abniega de los grados obtenidos en servicio. Realiza una disquisición sobre estrategia, rescatable aquí en tanto ilustra la vehemencia con que Sarmiento se lanza a exponer campos del saber extraños a su profesión autoproclamada de Maestro de escuela. En la estrategia, de strategos, general –teoriza- hay 3 cosas: 1. el hombre y genio por naturaleza; 2. el arte y ciencia militar; 3. la práctica, el hábito, la experiencia. Están quienes tienen todos los dones; Urquiza tiene el genio innato y el hábito; Sarmiento admite tener un poco del arte y la práctica. Varias veces lo dice: él no es un general. Tener todo puede no ser imprescindible, ya que nada suplanta la virtud cívica y así lo ejemplifica Washington, cuyos antecedentes militares más bien modestos, no le impidieron desplegar todo su carácter moral una vez inspirado. Como Washington luego de una larga inactividad, Sarmiento acudió a cada llamado de la guerra; Alberdi, en cambio, abogado valetudinario, le huyó. A la relativización del arte militar francés por parte de Alberdi, Sarmiento opone la adopción del mismo –con vestimenta inclusive- en Brasil y Chile, frente a los cuales poco podrían hacer las montoneras de Rosas o los jinetes de Urquiza.

2) i) Alberdi acusa[4] a Sarmiento de tomar las ideas de su Memoria de 1844 para Argirópolis en 1850, sin darle crédito. En aquella Alberdi proponía una política americana articulada por medio de un congreso. Sarmiento desechó lo accidental (el congreso) y se apropió del fondo (la política). Frías, Bello y Florencio Varela tuvieron conocimiento del trabajo que Alberdi preparaba como tesis universitaria. Proponía una política económica de integración en sintonía con los adelantos europeos de la época. Alberdi no reclama Argirópolis como propio; sólo deja constancia de la mayor antigüedad de las ideas admiradas por Sarmiento cuando fueron vertidas en las Bases, pero duramente criticadas en ocasión de la Memoria sobre el congreso americano, seis años antes. Las ideas que primero criticó, prácticamente Sarmiento luego las plagió.

ii) Sarmiento reconviene[5] que la Memoria de 1844 es poco o nada conocida en Argentina, mientras las obras semejantes de Sarmiento, aun con poca tirada, son más conocidas. Muestra que en la prensa ya había criticado la idea “utópica” de un congreso americano cuando la propuso el gobierno chileno, todo esto antes de llegar Alberdi a Valparaíso y ponerse al tanto de la idea debatida hasta el punto de incorporarla a un trabajo acomodando a la opinión del gobierno. Con la Memoria Alberdi fue recibido de abogado en el foro chileno.

3) i) Sobre si el país ha de adoptar la forma federal o unitaria, Alberdi le hace saber una contradicción[6] a Sarmiento. En El Facundo Sarmiento vela por la forma unitaria, por entender que la república es única e indivisible, criterio determinado por la geografía que la batalla no habrá de cambiar; la llanura continua y los ríos confluentes a un puerto único la hacen fatalmente una e indivisible. Seis años después, en Argirópolis y Sudamérica, Sarmiento se hizo a la idea de que la geografía imponía el sistema federal y se hizo federal. En dos años, dice Alberdi, Sarmiento ha sostenido dos posturas contradictorias entre sí. Él, en cambio, solo ha tenido una y es la del sistema mixto propuesto en las Bases, el nuevo credo de Sarmiento.

ii) Sarmiento[7], luego de interpretar ambiguamente la expresión “dos” años de manera que Alberdi parezca desconocer la sencilla operación de resta, explica sus motivos para llamarse unitario entonces y federal ahora. En 1844 hacía una descripción de la geografía; en 1851 pidió una reforma de la geografía, haciendo mares los ríos a través de la sanción de la libre navegación. Se cita en Argirópolis marcando que el sistema de puerto único es el más ruinosamente organizado para la distribución de la riqueza. Para ser federal pide la apertura de diez puertos.

Cambiar de opinión cada siete años no es veleidad; cada dos, sí. Por eso no es inocente la expresión de Alberdi de decir dos años, cuando debió decir dos momentos distintos.

b) Críticas de Sarmiento a Alberdi

1) i) No calla Sarmiento su malestar por la repetida excusa de Alberdi de no tener tiempo para leer sus escritos[8]. Incrédulo, Sarmiento hace saber su descontento por la acusada valoración prioritaria del foro, defensa que no tarda en tildar de embauque y charlatanería. Además de por el ritmo y la brevedad de la correspondencia, Sarmiento regaña por la letra (“infernal, ininteligible”), acaso una prueba de la personalidad mezquina de Alberdi. Al final, éste y otros síntomas vienen a explicar el desinterés de Alberdi por perfilarse hombre de Estado; su verdadero móvil es, pues, ganar dinero[9] y al llamarse abogado con insistencia lo presume. No puede ser hombre de estado quien alquila su inteligencia, despertando la idea de ocupar el tiempo sólo en tareas lucrativas. Sarmiento lo llama traficante y lo compara con un despensero, mayordomo, usurero, banquero, comerciante o pulpero rico. Aparte del supuesto encargo de demoler la reputación de Sarmiento, Alberdi escribe por envidia.

ii) Alberdi contesta[10] que en sus cartas pretende “desarmar a un agitador”, que escribe para oponerse a la tiranía. Los escritos consagrados a la patria no son para ganar dinero, tal es así que dice regalarlos a los editores. Mandó por sí mismo a Argentina pocos ejemplares de sus Cartas y Bases. Son los editores quienes se encargan de darlos a luz. Escribe, no por egoísmo, sino para realizar el pensamiento del círculo de argentinos patriotas e ilustrados en el esfuerzo de apoyar la tarea de organización del país luego de Rosas, un propósito tan noble en 1851 como en 1853. Si a cambio hoy hoy recibe algo más, es “la renta de 9.000 insultos de Sarmiento por mes”.

Por último, Alberdi no puede envidiar los escritos de Sarmiento, puesto que la obra cumbre suya en política, Argirópolis, tiene como idea central mudar la capital a la Isla Martín García, una idea que, no obstante, no había sido despreciada por él en las Cartas quillotanas. Los escritos venideros tampoco pueden motivar envidia, siendo que Argentina reclama leyes y en ese campo desconocido para Sarmiento, nada está en condiciones de aportar.

2) i) Sarmiento acusa[11] a Alberdi de servir a Urquiza en la acción de subsidiar la prensa en Chile, y a través El diario de Valparaíso y El Mercurio defender al directorio contra todo ataque. Desde un secreto órgano de prensa de la confederación, la labor de Alberdi tendiente a apoyar todos los proyectos le valdrá de parte de Sarmiento el mote de abogado-periodista. Sarmiento insinúa entonces que tal propósito anima la publicación de las cartas quillotanas, lo mismo que la promoción de un club (de Valparaíso), entre cuyos miembros se conformará la misión diplomática en reemplazo de Mármol. A cambio de las publicaciones, Alberdi recibirá, según Sarmiento, la designación de ministro plenipotenciario con un sueldo de nueve mil pesos y 2 onzas de oro mensuales para gastos proselitistas. Para Sarmiento la secuencia cronológica de hechos recientes, entre los que se destaca el nombramiento diplomático, viene a desnudar cada una de las cláusulas del pacto tácito suscripto por Alberdi. Por último señala que si Alberdi aún no ha aceptado el cargo y presentado sus credenciales, ello obedece a que, estando pendiente de resolución el conflicto de Buenos Aires, el gobierno chileno no lo acreditará.

ii) Dedicándole toda una carta a responder los agravios[12], Alberdi cita el decreto de nombramiento de Encargado de negocios de la confederación Argentina –no ministro plenipotenciario-, donde advierte la fecha de emisión anterior al acta de club de Valparaíso. Por su categoría, le corresponde un sueldo menor al imputado por Sarmiento. A su vez, dice no haberse expedido sobre la aceptación del cargo por no estar en condiciones de ejercerlo, y por ende manifestarse contrario a cobrar un sueldo sin contraprestación. A la acusación de no presentar las credenciales por temor al rechazo, Alberdi replica que el gobierno de Chile las acreditaría honrosamente tal y como hizo con el vicecónsul argentino en Valparaíso, Gregorio Breeche. Por último, la intención de Alberdi es esperar a que se reestablezca la autoridad nacional en todo el territorio argentino, no para aceptar el cargo, sino para dimitirlo.

3) i) Como Alberdi se disgusta por la comparación de él –abogado- con Girardin –periodista-, expresa que es poco espiritual comparar una profesión con otra. Sarmiento arremete entonces contra la pretendida profesión de Alberdi poniendo en duda el alcance del título. Denominarse abogado en Argentina –donde no se recibió- no sería más que un sofisma, agravado[13] por el hecho de que Alberdi rechaza la comparación con Girardin quien, recuerda Sarmiento, sí estudió y se recibió de abogado en su país. Hasta tanto Alberdi se examine en Argentina, seguirá siendo un leguleyo. Alberdi es un abogado mediocre en Chile, e inferior al nivel de los abogados europeos como Girardin, donde cursan planes de estudio más extensos. Sarmiento descarta el término “espiritual”, retruca y resignifica la frase: es “ridículo” comparar a Alberdi, abogado mediocre, pero notable en una plaza comercial donde, casualmente no aboga, con Girardin, “uno de los escritores más notables de la tierra”. Con el orgullo de haber fundado -en empleo honorífico- la escuela normal en Chile, Sarmiento se identifica con la profesión de educacionista, maestro de escuela, título para él mas estimado que el de abogado, “facilísimo” de conseguir con tres años de estudio, dada su condición previa de licenciado en humanidades.

ii) Alberdi responde[14] que al llamarse abogado no pretende apocar el oficio de Sarmiento de escritor, sino recordarle la correspondencia del rótulo de periodista para quien ocupa la redacción de El monitor. El oficio de Alberdi –se defiende- no ha sido el diarismo, sino la abogacía, cuyos títulos, nunca ad honorem, posee en toda regla por estudios hechos en Buenos Aires, como hubiera anhelado Sarmiento para sí. En la prensa sólo ha escrito unos folletines y otros aportes técnicos sobre jurisprudencia. En Buenos Aires no quiso jurar su título por Rosas, como se exigía, y cuanto faltó de estudio lo completó litigando en el foro de Uruguay con los profesores de la generación del 37. Por otra parte, Alberdi se muestra perplejo ante la calificación de mal abogado por Sarmiento, cuando este lo recomendaba al público de clientes, y que en el área del derecho el voto de Sarmiento es amateur como lo es en el arte militar. En última instancia, Alberdi prefiere ser mal abogado a no tener profesión.

c) Cuadro comparativo entre los proyectos políticos. Coincidencias y diferencias

Alberdi

Sarmiento

Economía

La riqueza no viene de la plata sino de gozar el fruto del trabajo. La industria se desarrollará en siglos, con la aglomeración de millones de inmigrantes. Hasta tanto se deberá exportar materias primas necesarias para la fabricación europea[15] El comercio marítimo y terrestre es el que forma la vocación especial para la república argentina.[16]

Ubicación de la capital

En las dos primeras ediciones propone a Buenos Aires. Perdida la exclusividad del puerto por la libre navegación de los ríos, las demás ciudades del litoral son aptas y hasta más aconsejables para asentar la capital[17]

Propone Argirópolis, o ciudad del plata, construida en la Isla Martín García, ventajosa por su condición insular y situación estratégica a la entrada de los ríos.

Generación

Ambos pertenecen a la generación del 37, de romanticismo ecléctico introducido tardíamente desde Europa por Esteban Echeverría. No es enteramente observante de los cánones del nacionalismo basados en la historia pasada –no la hay antes de la independencia- y el lenguaje –es ajeno-. Retoman la vocación universalista de la ilustración ya presentes en la revolución de mayo, e imbuidos de las nuevas ideas económicas tratan de adaptar un nuevo esquema institucional a la realidad geográfica y cultural. La nación argentina no está exclusivamente en la época colonial y su campaña como sostendrá el revisionismo, ni el intelectualismo unitario de la ciudad, sino en un acercar la civilización al suelo argentino a partir de una regeneración de los elementos más valiosos. La historia argentina se está haciendo y se proyecta en un futuro promisorio, excepcional, providencial; sólo hay que crear las condiciones materiales que lo posibiliten, y a ese fin se subordina el sistema político.

Valoración inicial de Rosas

En el Fragmento preliminar Rosas es la expresión de la realidad. Su poder hegemónico aliado con la palabra de los que saben, puede constituir las bases de una nación moderna.[18] Alberdi albergaba todavía la esperanza de un consejero virtuoso asesorando al gobernante.

Con la revolución de 1810 se desencadena una doble lucha: entre patriotas y realistas, y entre campo y la ciudad. Ambas luchas se resuelven a favor de patriotas y campo con el apoyo de las masas rurales. Rosas, un latifundista déspota que representa la cultura medieval –feudal y religiosa-, manipula a la barbarie (Facundo) para mantenerse en el poder.

Valoración positiva del legado de Rosas a futuro[19]

El legado más importante es la creación de hábitos de obediencia. Ha reconstruido la autoridad política, que ayudará a mantener el avance económico.

Haber creado una red de intereses consolidada por la moderada prosperidad alcanzada por la dura paz de Rosas.

Provecho de la inmigración

La preocupación de Alberdi es poblar el desierto y generar hábitos civilizados. Perdida la fe en la capacidad endógena de crearlos, Argentina se le aparece vacía de civilización. Se debe transplantar la civilización trayendo inmigrantes anglosajones laboriosos, quienes más se acercan a la realización del espíritu de libertad de los modernos.[20]

Las naciones viejas tienen exceso de emigración. Sus descendientes llevan consigo las tradiciones nacionales, como la manufactura.[21] Se debe traer con ellos y a través de ellos la civilización.

Formas mixtas

El programa de las Bases, compartido por Sarmiento, milita a favor de constituir un gobierno fuerte, una monarquía con forma de república, donde el presidente concentre mucho poder, pero lo ejerza con arreglo a la ley y no de manera arbitraria. Nominalmente federal, el estado nacional por su parte morigera fuertemente la autonomía de las provincias, en otra muestra de que no podía adoptarse sin modificaciones el modelo norteamericano cuando el origen y la realidad habían sido diferentes.

Medidas de fomento de la inmigración

Es necesario permitir a los inmigrantes la doble nacionalidad, casarse, la libertad de cultos, tratados ventajosos para Europa, libre navegación interior y libertad de comercio.

Se debe hacer segura la situación de los extranjeros, atraerlos. Se debe recibir a los millones de huéspedes, solicitarlos, seducirlos, ofrecerles ventajas, abrirles medios y caminos de establecerse en el país.[22]

Libertades

Civiles (arts 14 y 21 de la CN) para hacer crecer al país y poder pasar de una república posible ---autoritaria- conducida por la elite existente a una república verdadera.

La nación se construye desde el estado y el mercado, por el interés egoísta de individuos que desarrollan prácticas productivas de intercambio.

Civiles y políticas. La sociedad se construye desde la sociedad y el estado. Inspirado por el viaje a EEUU, ve la necesidad de crear ciudadanos, para lo cual mantiene una plataforma de tres frentes, todos coadyuvando a la consolidación de una base de igualdad: la democracia en el municipio, la disolución del latifundio, y la educación pública. Los intereses materiales como bandera darán explotaciones y tiranías.[23]

Influencia de la educación en la economía

Diferencia educación de instrucción. Propugna una educación de las cosas, del saber práctico inherente al trabajo manual. La instrucción formal, entendida como enseñar a leer y escribir, ha servido poco, y la instrucción superior ha creado demasiados charlantes en un país que sobran abogados y teólogos y faltan ingenieros, geólogos y naturistas.

Para manejar una barreta no es necesario saber leer y escribir[24]

La educación, entendida como saber leer y escribir, aumenta la productividad, genera un mercado interno a partir de la demanda de consumidores capaces de interactuar.







[1] Las ciento y Una. Cartas Quillotanas: Domingo F. Sarmiento-Juan B. Alberdi, Losada, Buenos Aires, 2005. “Carta de Yungay”

[2] “Segunda carta”, pp. 118-125

[3] “Quinta de las ciento y una”, pp. 422-428

[4] “Cuarta carta”, pp. 183-185

[5] “Cuarta de las ciento y una”, pp. 361-373

[6] “Cuarta carta”, p. 179

[7] “Segunda de las ciento y una”, pp. 328-329

[8] “Primera de las ciento y una”, pp. 301-302

[9] “Quinta de las ciento y una, pp”. 434-435

[10] “Rectificaciones IV”, pp. 221-224

[11] “Cuarta de las ciento y una”, pp. 385-392

[12] “Rectificaciones (III)”, pp. 213-217

[13] "Quinta de las ciento y una", pp. 404-411

[14] "Rectificaciones (V)", pp. 233-235

[15] Domingo Faustino Sarmiento: Argirópolis, Ed. Losada, Buenos Aires, 2007, p. 138

[16] Juan Bautista Alberdi: Bases, ed. Plus ultra, Buenos Aires, 1981, p. 127

[17] Op cit., p. 181

[18] Oscar Terán: Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2008, p. 93.

[19] Tulio Halperín Donghi: Una nación para el desierto argentino, Centro editor de América latina, Buenos Aires, 1992, p. 22

[20] Op. cit Terán, p. 95

[21] Op. cit Argirópolis, p. 140

[22] Op. cit, p. 141

[23] Natalio Botana: Alberdi, Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1997, p. 328

[24] Op. cit Bases, pp. 75-77

3 comentarios:

hugo dijo...

well done marcos!!!

leere con detenimiento el trabajo y te dejo luego las opiniones...

hugo dijo...

veo que citás marcos a mi admirado y recientemente fallecido ex profesor de di tella oscar terán, tengo un gran recuerdo de sus clases...

lo de nuestros militares patrios es un área más tuya que mía,pero no puedo dejar de señalar la improvisación con que muchos se lanzaban a la guerra, con la obvia excepción de paz claro...

acertada tu síntesis de facundo, esa es la esencia del libro. lamentablemente muchos que no lo han leído se quedan en civilización y barbarie, o mucho peor en civilización O barbarie, que no tiene nada que ver con el pensamiento de sarmiento, pero sirve a sus objetivos...

buena tambien tu síntesis alberdiana: primero la república posible, despues vendría la república verdadera, que para halperín comenzaría a gestarse alrededor del centenario y concluiría en 1930 (vida y muerte de la república verdadera 1910-1930-biblioteca del pensamiento argentino, tomo IV, ariel)

finalmente, el contenido de las cartas que has señaldo denota tambien que entre dos grandes había pequeñeces, y es que los grandes hombres son de carne y hueso, no de mármol...

MarcosKtulu dijo...

Hugo Alberdini, mil gracias por tomarte el trabajo de leer el trabajo (valga la redundancia) y hacer un comentario tan pormenorizado.
Por lo que mencionás de los militares de esa época será que San Martin fue sumamente respetado cuando vino de España, y eso que no tenía los más altos rangos.
No tuve el gusto de leer el Facundo (es una deuda que saldaré algún día, no como Fanny Mae y Freddy Mac), pero las lecciones de Oscar Terán y sobre todo la de uno de sus ex alumnos en la faculta de filosofía, mi profesor Anibal D'Auria, me sirvieron para tener más o menos en claro cuál es la visión de Sarmiento, o por lo menos que tan mal es falseada por los historiadores berretas (los chapuceros dirías).
En fin, muy enriquecedor el intercambio entre ambos, con muchas coincidencias en el fondo y algunas diferencias más en la política circunstancial y otras cuentas personales.
Ahora empiezo dos materias cortitas con derecho derecho de verdad: una de concursos y la otra sobre medidas cautelares.