Anoche vi a Alfonsín en A dos voces; elogiaba la actual gestión económica (qué gestión me pregunto) y se ofendía tímidamente por la concentración de poder que "no (se) animaría a llamar hegemonía". Que el radicalismo se reconstruirá, aunque con manifestaciones como esta lo pongo seriamente en duda; y que Macri y Lopez Murphy representan la derecha tipo Berlusconi (no pretendió decirlo como encomio).
Apreció como acertada la política monetaria; "Argentina no puede tener un dolar barato" y "debe estar a 3 pesos" para exportar, financiar al Estado y obtener superávit con el que pagar la deuda externa. No advierte Alfonsin, tal vez por su escasa sapiencia económica, que el dolar sujeto a ese precio artificial no sólo genera un desajuste monetario (que es compensado de forma enfermiza por el Banco central) sino que condena a la gente a un salario real paupérrimo como el actual. Este tipo de cambio, como modelo de sustitución de importaciones que es, impide el acceso al crédito, a importar bienes de capital y bienes de consumo más baratos. Supone falsamente que el campo con otro tipo de cambio no exportaría y la industria tampoco. Además cree que con un dolar caro se financia al Estado (como lo hizo en sus días emitiendo papeles sin valor). Ya vemos porque se condena a la gente más humilde, toda vez que los recursos deben pasar por el estado para que los más necesitados a lo sumo puedan aspirar a conseguir un plan trabajar. Las transferencias gigantezcas de recursos siempre pasan por el Estado. Pero hoy, ¿Quién carga el peso de las deudas privadas nacionalizadas? ¿Quién se benefició con las licuaciones de deuda en la devaluación? Quien se perjudicó está a la vista. Con más de lo mismo seguiremos obteniendo más de lo mismo. Ex nihilo nihil fit
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2 comentarios:
Marcos, la precariedad intelectual de esta gente es honestamente patética. Qué podemos decir de Alfonsín, que hasta no hace mucho repetía por todos lados que qué lindo sería dejar de pagar la “deuda externa” para poder usar la plata para aumentar salarios.
No nos olvidemos que tenemos un ministro de economía que todavía cree en los controles de precios y en las devaluaciones exitosas. Y es el genio number one del gobierno, la voz de la racionalidad, ojo, no el cadete de alguna secretaria olvidada por ahí.
Tenemos a un amplísimo sector de la sociedad, que incluye a empresarios, productores, analistas y supuestos expertos, que están total y absolutamente convencidos de que la vanguardia, la solución para la Argentina es la sustitución de importaciones modelo 1950, con el modelo político corporativista de los 40.
Estamos en serios problemas.
Cuando las aguas de la historia redondeen los cascotes, la sombra de Alfonsín, junto con la de Duhalde van a quedar como trazos indelebles del proceso terminal de la decadencia argentina.
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