En su hoja de servicios oficial, le adjudican 2.530 misiones de combate, en los cuales reclamó la destrucción de 519 tanques soviéticos, el acorazado Marat, dos cruceros, 11 aviones enemigos derribados y más de 70 embarcaciones fluviales hundidas
Después de la guerra vino a Argentina y asesoró a la Fuerza aérea, conoció a Perón, diseñó prótesis, escaló el aconcagua. Volvió a Alemania para dedicarse a la política y la empresa.
2 comentarios:
esto me hace acordar almirante de la mar océano marcos colón a algo que me contó un conocido diplomático, cuyo primer destino fue tokio a comienzos de los ochenta...
estaba en uno de esos típicos cocktails y de repente llegó un anciano marino japonés con su uniforme de gala...
a mi conocido le llamó la atención las pocas condecoraciones que lucía, con relación al resto de los presentes, ya sí se lo hizo saber a nuestro agregado naval y militar, quien le respondió: si son pocas, pero cada una equivale a un portaviones enemigo...
Aunque pocas, al menos las podía lucir!. La mayor gloria era para los que se inmolaban.
El sistema de medallas más desvirtuado era el soviético. Suprimido desde la revolución bolchevique hasta antes de la gran guerra patríótica en ese afán quimérico de hacer todos iguales, se instituyó durante el combate pero terminó premiando tanto a soldados como políticos. A éstos últimos por sobre todo, se les hacía dificil mantener el equilibrio por tantas medallas colgando del lado izquierdo. Recordemos tan solo al vanidoso Brezhnev, que se hizo otorgar las más altas condecoraciones (como la de Heroe de la union soviética) hasta para sus cumpleaños.
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