sábado, febrero 18, 2006

La dualidad de nuestro sistema de ejecución penal

Anoche me quedé hasta tarde leyendo el fallo sobre habeas corpus colectivo y correctivo presentado por el CELS. El mismo diagnosticaba que:
[al mes de octubre de 2001, en] las 340 comisarías que funcionan en el territorio de la provincia de Buenos Aires [...] No obstante poseer una capacidad para 3178 detenidos, alojan 6364. La situación se agrava en el conurbano, donde 5080 detenidos ocupan 2068 plazas. Los calabozos se encuentran en un estado deplorable de conservación e higiene; carecen por lo general de ventilación y luz natural. La humedad y, en verano, el calor son agobiantes. No cuentan con ningún tipo de mobiliario, por lo que toda la actividad (comer, dormir, etc.) que desarrollan los internos debe llevarse a cabo en el piso. Los sanitarios no son suficientes para todos y no se garantiza la alimentación adecuada de los reclusos. El riesgo de propagación de enfermedades infecto-contagiosas es, sin dudas, mucho mayor y el aumento de casos de violencia física y sexual entre los propios internos es más que significativo.

Aparentemente se redujo la población carcelaria en dependencias policiales, al turno que aumentó la alojada en el servicio penitenciario.
(fte: CELS)

Bastante más halagüeña es la situación de los prisionizados en Devoto que cuentan con acceso a educación de varios niveles.
Impactan estos datos:
Las autoridades del CUD (centro universitario devoto) afirman que entre sus estudiantes se registró una tasa de reincidencia del 3%, en contraste con el 48% que muestra las últimas estadísticas penitenciarias de la República Argentina. Estas también indican que, de todos los presos del país, sólo el 5% tiene el secundario completo y el 27% ni siquiera terminó el primario. Del 38% de los internos que participaron de algún programa educativo, el 1% estudió una carrera universitaria.

Cada uno puede interpretar los datos a su manera; vale comentar la mia:
-Los estudiantes universitarios y graduados tienen una bajísima tasa de reincidencia
-Hay una correlación innegable entre nivel de educación y prisionización. 95% de los reclusos no terminó el secundario y 27% no terminó el primario.
-Una quinta parte del 5% con el secundario completo estudia una carrera universitaria.

Conclusión:
Le adjudican a Sarmiento la recomendación de "más escuelas y menos cárceles". Cuesta que el sistema penal pueda rehabilitar o resocializar a reclusos en las condiciones condenadas por la CSJN in re "Verbitsky" con arreglo a los artículos 18 CN ("las cárceles serán sanas y limpias...") y 43 (de habeas corpus).
Creo que esencialmente hay dos posibilidades, combinables tal vez. O liberan una buena cantidad de presos (75% de la población carcelaria no tiene sentencia firme) o construyen cárceles. Como la opinión pública no toleraría lo primero, lo segundo parece la opción más firme y políticamente más viable, no obstante las limitaciones presupuestarias con que el Gobierno de la pcia de Bs As se excusó frente a cada instancia judicial. Una vez con capacidad suficiente, es menester que las cárceles brinden las posibilidades de reinserción. Es dificil reeducar a quien nunca fue educado o sólo ha manyado de valores adversos a la consecución de un proyecto de vida pacífico y saludable. El reclamo del CELS nos muestra donde estamos y el CUD nos muestra donde podemos ir.

1 comentario:

Dieguistico! dijo...

Realmente es estado de las cárceles en Argentina es deplorable, y la violación de la Constitución en ese sentido es manifiesta.
Con respecto a quienes se encuentran con prisión preventiva, entiendo que muchos de ellos tal vez deberían esperar el juicio en libertad, dado que la presunción de inocencia y el derecho de libertad ambulatoria solo debería ceder ante casos muy excepcionales. Para evitar la incomparencia ante el proceso existen otros mecanismos más efectivos y menos gravosos que la prisión preventiva.
Introducir a una persona en una cárcel, en su actual estado, es peligrosísimo, no sólo por la violación de sus derechos, sino porque las cárceles son auténticas fábricas de delincuentes: sería más seguro para toda la sociedad que ciertos delincuentes "menores" nunca fueran recluidos en las cárceles.
El argumento de la falta de presupuesto para construir más y mejores cárceles es llamativo. ¿Cuánto se gastó en construir el Estadio Unico de La Plata, por ejemplo? ¿Cuántas cárceles se podían construir con ese dinero?
Evidentemente, respetar los derechos de los ciudadanos (aún aquellos que han cometido delitos) y brindar mayor seguridad a los ciudadanos no son prioridades del poder político.