El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal(...).- Art 114 CN
Ayer estuve en la jornada de debate de la Facultad de derecho sobre la reforma del Consejo de la magistratura. Hubo destacados juristas como Daniel Sabsay, Juan Vicente Sola, María Angélica Gelli, A.A. Alterini, Gil Lavedra y Jorge Vanossi, y como era de esperar, están enfáticamente en contra de la reducción de miembros sin respetar el equilibrio. Al igual que los dos últimos, participaron otros políticos igualmente contrarios al proyecto: Juanjo Álvarez, Richard Gomez Diez y Margarita Stolbizer. Hubo también portavoces obsecuentes del gobierno en las figuras de Vilma Ibarra, Diana Conte (se conservan bastante bien), Gugliemino y Cigogna, además de la apertura con Su Excelencia El Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación Argentina, Antártida, Islas Malvinas y Sangwich del sur, Iribarne, que no se dignó a debatir.
Diría que los defensores del proyecto tienen cierto criterio utilitario de disminuir los costos y aumentar la producción en las tareas del Concejo (desburocratizarlo). Más cualitativo que cuantitativo, aun cuando el eje del debate se refiere a un número, es el criterio opositor que, con toda la crítica que merece el Consejo de la magistratura, precononiza una reforma no hecha a costa del discutido equilibrio (art 114 CN), entendido como contrapeso, armonía.
Los promotores del proyecto justificaron la reforma aduciendo a la legitimidad de los miembros, de modo que habría dos grupos:
1. Los originarios de "la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular", con legitimidad democrática
2. Los representantes de sectores, no electos, traducidos en "los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal", además de otra persona del "ámbito académico y científico"
El que no suscribe a esa interpretación, puede sostener la existencia de tres grupos, sin vergüenza alguna en considerar que hay políticos, jueces, abogados. (la representación académica es sólo una voz minoritaria). En este sentido, el proyecto mantiene intactos a los políticos y disminuye los demás sectores, configurándose desequilibrado.
La senadora Vilma Ibarra e vampiros dijo que los políticos no actuan como corporación. Según veo la experiencia indica lo contrario, y la ley apunta precisamente en ese sentido, toda vez que a ellos les toca legislar y podrían hacerlo en su exclusivo favor.
Diana Conti resaltó la importancia de que las mayorías no controlen a las minorías, pero acto seguido cometió el furcio -en esta situación indefendible- de también desaconsejar el control de las mayorías por las minorías. Siendo tal un pilar de la Justicia, por definición contra-mayoritaria, preocupan sus dichos.
Como hace Oppenheimer, una conclusión de cuatro renglones:
El Consejo de la magistratura es un engendro originalmente analizado y rechazado por el Comité para la consolidación de la democracia en los ochentas (con Carlitos Nino), e incorporado en el 94, sin lograr funcionar del todo bien. Como derogarlo no es posible y como humano y perfectible que es, se puede mejorar, no debe permitirse so color de dicha necesidad un mayor acopio de poder por parte del gobierno.
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