De vez en cuando agarro a Miguel Angel Brascó en el canal Gourmet y a pesar de que por su beoda tonada sólo le entiendo la mitad, me llevo la impresión de que algo sabe del tema. Lo confirmo en esta nota en que te canta la posta y por eso merece ser citado in extenso.
Resalto cuando especialmente te canta la posta
"La invención del vino es una pista sutil de la existencia de Dios –reflexiona muy serio Miguel Brascó–. ¿Porque, qué dice la tradición? Que alguien dejó olvidado un cuenco con uvas, que pasaron los días, los frutos se descompusieron y rezumaron un líquido viscoso. Que el dueño del cuenco, cuando se percató del olvido, olió ese licor impredecible y se lo llevó a la boca. Como lo encontró bueno, decidió no sólo elaborarlo, sino hacerlo partícipe además de momentos importantes de su vida. ¿No es todo muy extraño?", continúa.
Es difícil lograr encasillar a Brascó: escritor, humorista, poeta, gourmet, artista plástico, abogado. "La gente me dice: ¡Qué bien, una personalidad renacentista! Sin embargo, no es fácil vivir así. Imagínese, soy escritor, tengo tres novelas publicadas, pero si voy a una reunión de novelistas lo primero que comentan cuando me ven llegar es: ¡Ahí viene Brascó, que es muy buen dibujante! Y si la convocatoria es de gourmets o sommeliers, la frase obligada es: Te presento a Miguel Brascó, ¡un extraordinario humorista!", apunta resignado.
"Pero volviendo al vino y a la existencia de Dios, en primer lugar el vino se produce únicamente a partir de una variedad de vid que se llama, precisamente, vitivinífera. Que no se produce en todo el mundo, sino en muy determinadas zonas del planeta. Por otra parte, si usted encuentra un cuenco con una masa putrefacta, ¿se la lleva a la boca para ver qué gusto tiene? Está bien, Dios escribe derecho con líneas torcidas, dice la Biblia. ¿Pero no es todo muy extraño? ¿Por qué haría Dios una cosa semejante? Federico Nietzsche sostenía que Dios creó al hombre (un ser consciente) para tener un testigo de su presencia, de lo contrario nadie se daría cuenta de la existencia de Dios; de allí la teoría del superhombre que enuncia en Así hablaba Zaratustra.
"Entonces, el vino aparecería como un regalo de la divinidad. Aunque no me considero un místico, sostengo que una botella de vino es un lugar tan bueno como otro cualquiera para encontrar a Dios. ¿Por qué? Antes de la invención del vino, ¿qué otra alternativa tenía el hombre para acompañar sus alimentos? ¡El agua! Un elemento generoso, abundante, cristalino, dispensador de vida, y no sé cuántas cosas más. Pero tomemos un vaso de agua y mirémoslo con más atención. El agua es amplia y generosa, entonces convoca a microorganismos indispensables para la salud, pero también a bacterias siniestras e indeseables, propagadoras de las peores enfermedades. Grandes epidemias fueron verdaderas calamidades gracias a la abnegada y generosa colaboración del agua. Es que el agua no tiene en sí misma un regulador, un componente purificador como el alcohol.
"El vino ingerido en exceso es malo, pero en cantidades lógicas es un excelente complemento para un buen aprovechamiento de los alimentos.
"¿Qué habría que saber sobre vinos? Los expertos en marketing han ido creando alrededor del vino una serie de ceremonias de iniciación, códigos secretos y jerarquías que no son ciertas. Asustan y hacen que mucha gente adopte posturas poco creíbles para beber un vaso de vino. ¿Por ejemplo? Piense en una degustación. Se toma una copa de vino, se la hace girar un rato entre los dedos, se miran con atención las huellas que deja el líquido en las paredes de la copa y luego se huele profundamente. Después se alza la cabeza, se entrecierran los ojos, y se anuncia que ese vino tiene aroma de frutas rojas, o silvestres, de flores blancas, de madera, etcétera. ¿No le parece muy raro? ¿Qué son frutas rojas? ¿Cerezas, guindas, frutillas, manzanas, ciruelas? Porque todas son rojas, pero no huelen igual. ¿Y las frutas silvestres? Aún más difícil de establecer. ¿Y las flores blancas? Pueden ser desde jazmines o rosas hasta llegar a las calas que no tienen olor.
"Esto no significa que esos aromas no estén en el vino, pero es muy difícil que una persona corriente pueda percibirlos tan fácilmente. La realidad es que, poniendo mucha atención, se perciben, en el mejor de los casos, tres fragancias: el aroma a vino, el aroma frutado (porque la uva es el fruto de la vid) y el aroma a madera. Lo demás es poco menos que imposible para el degustador común. Hay gente que toma un trago y hace un buche, tampoco agrega gran cosa. Lo importante es saber algunas cosas muy simples y evidentes.
"¿Qué? Que el vino es esencialmente gourmet. Su lugar es en la mesa, acompañando un plato de comida. Allí es donde alcanza su plena realización. Me dirá qué ocurre con el champagne o con vinos dulces como el oporto. Si los analiza, se dará cuenta de que no son vinos comunes: el champagne tiene una doble fermentación que le da sus típicas burbujas. Es un buen aperitivo, pero no lo mejor para acompañar un plato. En cuanto a los vinos dulces, son buenos para beberlos acompañando un cigarro en la sobremesa o, terminada la comida, para neutralizar el sabor muy dulce de ciertos postres.
"¿Un secreto de sommelier? Me gusta la comida francesa, pero no los vinos franceses. Los encuentro muy ácidos. Entonces, cuando voy a Francia y tengo que elegir un vino, pido un Hermitage, Syrah, que es muy parecido a los vinos mendocinos. Además, no es muy caro, se puede conseguir una botella por 14 o 15 dólares."
Luis Aubele
domingo, septiembre 10, 2006
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1 comentario:
14 o 15 dolares, sí una bicoca, mamado con plata no hay cosa peor.
Ah, ya postee algo de los vikings, espero que te guste,gracias por el enlace.
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