jueves, febrero 02, 2006

Garantismo

Hay un karma que persigue a muchos abogados progresistas, repartidos por ejemplo entre penalistas, criminólogos y constitucionalistas. Se indignan por el uso banal del término garantismo, moda hecha carne aparentemente a impulsas de Neustadt y Blumberg.
Un importante funcionario actual del area de seguridad de la Nación, comenzó su alocución en una jornada de derecho penal, al hablar sobre políticas de prevención: "los sectores democráticos y progresistas nos hemos colocado a la defensiva, a tal punto de tener que explicar reiteradamente qué es el garantismo".
Otro funcionario de nivel, esta vez de la cancillería, en sus clases alarmaba que "no se puede no ser garantista. El derecho es básicamente garantía".
Lo central no es la aptitud para reservarse un derecho, sino la de ejercerlo una vez conocido.
En efecto, la garantía es un mecanismo que permite a un sujeto ejercer un derecho del que es titular (por ejemplo mediante el habeas corpus, acción protectora de la libertad personal). Es en este sentido que la garantía es uno de los pilares del estado de derecho.
Desde hace algún tiempo, una distorsión perversa en el lenguaje conllevó a que se banalizara el término, haciéndolo representativo de una falsa doctrina protectora de los delincuentes y no de "todos los habitantes", como reitera la Constitución. Así se termina gestando una falsa discusión que no es difícil de contrastar con la existente dicotomía entre estado de derecho y estado policial.
Las diatribas contra el garantismo, sea el banalizado o sea el bien entendido, más allá de la mencionada perversión, son atribuíbles en gran medida a un desconocimiento generalizado del vértice superior del ordenamiento jurídico, articulado en la Constitución nacional y los tratados con igual jerarquía.
Existen también reclamos frente a sentencias insidiosas por lo irrazonable de sus argumentos, toda vez que los mismos concitan indignación. Es común que se cometa el el desatino de achacar al garantismo la causa de las sentencias arbitrarias y no exactamente insospechadas. El problema suele tener origen en el desconocimiento, más que del ordenamiento jurídico, de la causa judicial con sus vericuetos. Muy pocos leen el expediente en seguimiento de la causa, y de seguro no lo hacen los medios, encargados de comunicar, sin antes simplificar o trastornar el mensaje.
Recapitulando, habría entonces:
1) Garantismo bien entendido, con base constitucional, legal, judicial, además de histórica y filosófica.
2) Garantismo banal, donde se agigatan los males que supuestamente generan las garantias (es curioso, porque éstas tienden a tutelar bienes).
3) Garantismo inexistente, donde el clamor mediático sobresimplifica la realidad y reduce todo al garantismo como un sinónimo de arbitrariedad y venalidad.
El fenómeno que me llama la atención, es como este trastrueque del lenguaje lleva a figuras públicas -muchas provenientes de la progresía- a tener cuidado de no proclamarse abiertamente garantistas o incluso a abjurar de él, con tal de no aparentar ser lo que el discurso emplaza tendenciosamente como algo impopular.

5 comentarios:

Dieguistico! dijo...

Yo me considero "garantista" y te puedo asegurar que no clasifico de "progre" bajo ningún concepto (también tendrías que analizar la deformación del término "progresismo"). Creo que respecto al tema de la delincuencia hay mucha demagogia, particularmente de parte de los medios de comunicación, y una actitud muy ingenua de parte de la ciudadanía, que cree que se logra seguridad sancionando leyes más duras. Es lo que muchos denominan una visión "mágica" del derecho penal. Además, con el profundo desconocimiento existente de nuestra Constitución, y el lamentable desprestigio del que gozan las ideas liberales, se torna muy difícil hacer entender que ciertas garantías no son una protección para los delincuentes, sino una barrera que resguarda los derechos de todas las personas contra los abusos del poder de turno.
Pero cada vez que intento plantear el tema seriamente en una reunión de amigos, la respuesta es casi unánime: "y claro, vos lo decís porque sos abogado..."

MarcosKtulu dijo...

Por eso hay que tratar de ver qué relación tiene el garantismo (que como sistema sirve para todos y no sólo para los delincuentes) con otros conceptos asociados, en ocasiones demagógicamente (como el mencionado caso de los incursos en un proceso de criminalización y las soluciones mágicas), y en otras a partir de un análisis histórico y filosófico del estado constitucional moderno, donde a la vez de organizar el poder, se lo limita. El término progresista tiene varias connotaciones, pero allí en el siglo XIX alcanzaría alguna incidencia en el devenir.
Para aclarar, la relación conceptual que quise hacer del garantismo fue para con el progresismo en su sentido actual, de allí, como de quienes conocen por su profesión el sistema, emana la mayor parte de su defensa. Pero como no es sólo un fenómeno académico sino también mediático, nadie quiere quedar muy "pegado" si toca reducir todo a una frase corta de impacto. Después de todo, otro componente del progresismo actual es su anhelo por figurar en los medios. Si uno se fija, no es mucho más que eso lo que detuvo el impeachment de Clinton, o creó expectativas tan desmedidas en un gobierno como el de la AlianzA.

Dieguistico! dijo...

¿Ya cursaste Derecho Penal?
Si no la cursaste, me encantaría que te anotes en mi comisión...
Me gustaría que mejore el nivel del curso con tipos inteligentes como vos, con los que se pueda discutir, en vez de estar al frente recitando la clase como un salame...

MarcosKtulu dijo...

Ahora empiezo la segunda mitad de la cursada de penal en Zaffaroni-Vega. Lo que más me ayudó es a comprender que sacándose algunos prejuicios de encima, uno no es que termina comprando cualquier cosa (mi viejo, chapado a la antigua, cree que me lavaron el cerebro con las doctrinas garantistas pro-violadores) sino que se pone en términos de intercambiar racionalmente ideas con quienes, en esta situación y esta temática, indiscutiblemente saben más. No es necesario sacrificar los valores propios o renunciar a dirigir críticas razonables.
Es muy difícil de que el público, con miedo, entienda que acá no se está inventando nada, está todo plasmado en la CN; y de que el CP y CPPN en lás últimas décadas no han hecho más que endurecerse. Como los economistas liberales, los juristas del estado de derecho han fallado en la comunicación. No puede ser el claustro el único ámbito de educación ciudadana, donde como parecés haber notado, acuden alumnos desmotivados, a ver si tragar el código civil se les hace menos penoso.
Te agradezco los comentarios, muestran que es atendible la dimensión de esta problemática, que como estamos apuntando, tiene mucho de comunicacional (y de lingüistico, como profundiza Spolanksy).
Si me pasas el número de comisión, con gusto voy a recomendarla a los que están indecisos.
Ya que estamos consulto tu opinión sobre esta forma de organizar las materias: ¿Creés que penal es, al contrario de lo que sugieren, una materia no tan descolocada como para cursar en el primer año de la carrera?

Dieguistico! dijo...

Si no le cambiaron el número, la comisión es la 7803. En cuanto a cursar penal en primer año, yo no lo recomendaría, creo que es necesario tener claros algunos conceptos jurídicos básicos antes de cursarla (por ejemplo las diferencias entre la responsabilidad subjetiva y la objetiva, los conceptos de dolo, culpa, etc.). Lo que yo recomendaría es, por lo menos, cursar penal después de Teoría General del Derecho.
No te preocupes por los efectos del "lavado de cerebro", yo también terminé dándole la razón a Zaffaroni en muchos temas (aunque la cuestión del causalismo y el finalismo, y toda la teoría alemana que a él tanto le gusta citar, me parecen casi una pérdida innecesaria de tiempo)... Tengo miedo de ponerme a defender violadores en cualquier momento... ;)