Hay un índice en el que se mide la cantidad de presos ajustada a la población total de un país, de donde resulta el número de "presos por cada 100.000 habitantes". La estadística recopilada por Roy Walmsley para el ministerio del interior británico muestra que 3/5 del mundo tiene menos de 150 presos por cada 100.000 habitantes. En lo que sigue reordono e interpreto los datos de manera que no parezcan sólo números. ¿Quién es el campeón de cantidad de presos? Gana EEUU tranquilo con unos 700, y como en la guerra fría en varios rubros, Rusia le sigue de cerca con 638. Antes de seguir con paises más "normales" en política criminal, hagamos el desglose del ratio en los extremos de EEUU. Los tres menores corresponden a Minnesota (121 por 100.000), Maine (128/100.000), y North Dakota (120/100.000) y los mayores a Louisiana (763/100.000), Texas (704/100.000), y Oklahoma (653/100.000). Ahora, antes de seguir con otros paises (EEUU siempre es la excepción a la regla), debe recordarse que estos números son útiles a efectos de comparar cantidades abstractas que representan personas. Poco y nada dicen de la calidad y condiciones de detención, o de la composición de la población carcelaria. Como vimos, la prisionización tampoco se reparte de manera homogénea. A modo de ejemplo, y porque es cuantificable, 1 millón (sobre un total de 2 millones) de los presos norteamericanos está recluído por la comisión de crímenes no violentos, mayormente conexos al tráfico de estupefacientes. Volviendo al índice motivo de esta entrada, repasemos primero algunos países que, por su desarrollo, no estén sospechados de ser incapaces de mantener una correcta infraestructura carcelaria. La salvedad debe hacerse dado que poco tiene que ver el 75 de Liechtenstein con el 75 de Paraguay, cuyas cárceles, aunque escasas, son poco elogiables en tanto las peores de sudamérica. El bajísimo índice de Japón (48) marca la pauta para estudiar su caso en un futuro. Es conocida la obediencia de la ley allí; la misma firmeza con que se acata debe aplicarse para criminalizar un número comparativamente bajo de transgresores. Por lo que leo, el regimen penal japonés es particularmente severo con los reincidentes (que conforman la mitad de la población carcelaria), y es más bien flexible para buscar soluciones alernativas a los penitentes de primera incursión. Casi como en Japón, pero respondiendo a una realidad distinta, los países de África occidental subsahariana prácticamente parecieran no tener cárceles, en tanto las del sur del continente hacen de su represión información de conocimiento público (Sudáfrica 404). Las cárceles (si es que hay) de algunos países africanos directamente no muestran información. Dudo que tenga mucho sentido una cárcel en Somalía, donde como vimos hay medios alternativos de resolución de conflictos, semejantes a los de nuestra edad media. El derecho penal en nuetra forma allí no existe. Por europa, quizás como en tantas otras cosas, los países nórdicos van a la cabeza si se trata de pocos presos. Islandia (38), Noruega (59), Dinamarca (59), Suecia (68), Finlandia (59). Claro que en el mar báltico no todas las aguas se mezclan por igual. Cruzando el Golfo de Finlandia nos encontramos con un rigorista Estonia (337), Letonia (361) y Lituania (303). Parece ser una herencia común de los soviéticos, que dejaron a lo largo de sus satélites suficiente represión como para habilitar la construcción indubitada de cárceles. Así parece en Bielorusia (551) y Ucrania (406). Los nuevos países de asia central comparten estos índices. No tan altos, aunque bien por encima del promedio mundial (<150), se encuentran Polonia (213), Rumania (230), Moldavia (287) y República Checa (188) -y mucho menor para sus ex consortes de terciopelo eslovacos con 139-.
Contrariamente a lo que aventuraría una primera impresión, los países de la órbita yugoslava tienen numerarios sorprendentemente bajos. No obstante, tanto como las estadísticas pueden decir grandes mentiras, también pueden acercarse grandes verdades. No es un dato menor que Montenegro (una subsede serbia), teniendo una población total 20 veces menor, tenga proporcionalmente el doble de prisionizados (56 frente a 104). Si bien no son números que hablen de una severidad insufrible, al ver que la otra semidependencia serbia, Kosovo, sin la jurisdicción policial de aquella, goza de una tasa minúscula (27), se nota que algo huele mal. En conclusión, o Montenegro hace uso de políticas de criminalización radicalmente más duras que las de Serbia, o bien Montenegro es sí una cárcel serbia, un depósito de serbios rebeldes. La relativa autonomía montenegrina no explica la diferencia como si lo hace la de facto independencia kosovar. Hablando de países cárcel, es obligada la mención de Australia, aun cuando en la actualidad esa nota es sólo distintiva de su origen. Así James Cook haya pretendido lo contrario, en Australia tan solo sale 116 de su haber penitenciario. Sin irse muy lejos, tanto en distancia como en decimales, Nueva Zelanda con 159 tampoco parece alojar al grueso de los reos del imperio británico. El Commonwealth of nations encuentra en Canadá un razonable 102, totalmente distinto al de su vecino meridional. En la misma comunidad pero distinto continente, no son dignos de recibir halagos los superpoblados India (28) y Bangladesh (54). Idem Indonesia (29).
China con 111 es un caso especial. Comprendiendo 1,4 millones de presos, sólo se refiere a los que tienen condena. Sabiendo que en China tanto como hacer un par de clicks de más en internet puede ser delito, no es posible hacerse una idea de la cantidad de procesados. En un régimen de terror, con el miedo como factor dominante, el tamaño de la cárcel parece tener correspondencia con la delimitación de los bordes nacionales.
Saltando al Caribe, y con la excepción de Haití (53), Cuba (297) no está solo en ese rango de los tres dígitos. Barbados (317) con la misma población que Islandia, tiene 8 veces más reclusos. En las Islas Caimanes (664), no sería extraño que gran parte de sus 36.000 habitantes conozcan personalmente a alguno de 243 reos, quienes imagino no estarán condenados exactamente por delitos tributarios. Otro paraíso -fiscal o no-, Bahamas (416), debería corroborarse si es tal para quienes delinquen. Europa occidental, sin llegar a los índices escandinavos, imparte los estándares internacionales en la materia, aunque los últimos años evidencian cierta aceleración. Suiza (69), Malta (67), Luxemburgo (80) y demás países pequeños -Mónaco (39), con sus 33.000 habitantes tiene apenas 13 presos- conservan bajos sus índices. Luego la media queda marcada en 85 de Francia, Austria y Bélgica. Por encima vienen Holanda (93), Italia (95) y Alemania (96). De allí se produce un salto importante en España (126) y Portugal (131). En las islas británicas hay de todo: El tope en Inglaterra y Gales (139), Escocia (126) más moderado y un Irlanda del norte (62) cuyo bajo numeral soy incapaz de explicar. El final del recorrido nos lleva a America latina con un centroamérica (166) en promedio más alto que sudamérica (107). Argentina con 107 nos revela el caso de un país con un índice relativamente bajo. No obstante, viendo el sistema en detalle va de suyo que el sistema está colapsado. Parece una ironía, pero si nuestra cantidad de procesados se compensara con la de sentenciados (actualmente en una relación 3:1), nuestro índice -sólo en su aspecto formal- se parecería al de Japón, o en el continente al de Venezuela (62), Ecuador (69) o Paraguay. Otra escala es la de Uruguay (123), Brasil (133), Colombia (153) y finalmente Chile (205) -por la razón o por la fuerza- (205). Mención de honor para el ya independiente Surinam (437) cuyo lema nacional es Justitia, pietas, fides (justicia, piedad, fidelidad). En conclusión: Estos datos tomados en soledad y descontextualizados pueden inducirnos a aseverar erróneamente que sistemas penitenciarios substancialmente diferentes, a partir de compartir este numeral, acaso son similares. Dijimos que no puede tener nada que ver el sistema carcelario del principado de Lichtenstein con el de Paraguay, o el de Islandia con el de Barbados. Creo que, sin entrar en lo sustancial (muy difícil de cuantificar, aunque no de calificar) un índice que complementaría de maravilla el recien usado sería el de capacidad carcelaria, o ajustado, capacidad carcelaria por cada 100.000 habitantes. Nos llevaría a resultados nada tranquilizadores, como ver a la capacidad carcelaria por debajo de su población. En Argentina, por ejemplo, tenemos capacidad para apenas la mitad de los presos alojados; en Brasil y Uruguay la situación es peor aún y debe insistirse con el penoso estado carcelario de Paraguay, donde el número de reclusos tal como vimos es bajo, pero la cantidad, capacidad y calidad de las cárceles es trágicamente inferior.
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2 comentarios:
Excelente tu análisis, pueden sacarse muchísimas conclusiones de los datos que expresás, aunque claró está, como vos mismo lo decís, tan importantes como los índices cuantitativos son los índices cualitativos, de una complejidad y riqueza muchísimo mayor.
Fuck, algún edit que hice corruptéo la mitad del texto. De ahí el corte tan feo que había en la mitad. Ahi lo arreglé.
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