La Nación tradujo y publicó una porción del duro editorial del NYT de ayer, en que pide la retirada de las tropas de Iraq. Aquí el original. Sería una decisión difícil, pero también lo fue la de invadir el país en primer término.
La filosofía de la retirada obedece a tomar como inexorable el enfrentamiento interno en Iraq. Enfrentamiento sólo reprimido o demorado por Hussein, que si ha de ser inevitable, lo mejor es no comprometer allí las vidas y recursos de los norteamericanos. Del otro lado hay cada vez mayor facilidad para admitir el error que suposo la invasión. No quiere decir ello, empero, que se deba adoptar una retirada. El error de Iraq no es uno de los que pueda deshacerse con el mecanismo inverso. Se asume la responsabilidad, de donde surge como consecuencia la obligación de aportar a la solución. El que lo rompe lo paga, es una regla general que pretende restituir las cosas a su estado anterior, con el deber a cargo de quien produjo el apartamiento. Lo que se pone cada vez más en duda es si EEUU acaso está en condiciones de "pagar" y si debe hacerlo, o por el contrario, la mejor forma de enmendar la equivocación es retirándose con una disculpa.
Viene al caso recordar que para muchos la obstinación con el fracaso de Iraq cede en favor de una política más agresiva con Irán. Aun sin cesar el riesgo de que la "retirada" de Iraq sea hacia el este, lo que en apariencia ha quedado descartada es la idea acudir a la fuerza como primer recurso. En política internacional uno y otro son debates diferentes, pero el fracaso en el escenario de Iraq condiciona la credibilidad y viabilidad de tratamiento análogo sobre el problema de Irán, donde ha quedado seriamente lesionada -aunque no descartada- la alternativa del ataque directo.
lunes, julio 09, 2007
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