Suena brutal llamar brutal a un bombardeo con fines de frenar la brutalidad; ahí yace parte de la distorsión lingüistica. Un artículo de Tom Engelhardt analiza la evolución de los conceptos de guerra aérea, de barbarie y trata de aplicarlos a la realidad actual.
El enemigo es bárbaro, "nosotros" no. (Bárbaro en la Antigua Grecia era un sinónimo de cultura extranjera). La teórica superioridad moral (y aérea) contra la barbarie y el terrorismo va acompañada, además de mayor tecnología y valores más humanistas, de mitos nunca bien desterrados. El bombardeo "quiebra la voluntad" del enemigo. Pero no sólo del enemigo; también de la sociedad que lo cobija. Lo cierto es que las bombas rara vez quiebran la voluntad; por el contrario, ante la dificultad y provocando indignación y odio, genera cohesión entre el enemigo y su sociedad. No quebró la voluntad de los londineses y stalingradineses frente a la Luftwaffe.
En su lógica, desprendemos del pesado legado del siglo XX nos está costando mucho
When it comes to brutality, the fact is that ancient times have gotten a bad rap. Nothing in history was more brutal than the last century's style of war-making – than those two world wars with their air armadas, backed by the most advanced industrial systems on the planet. Powerful countries then bent every elbow, every brain, to support the destruction of other human beings en masse, not to speak of the Holocaust (which was assembly-line warfare in another form), and the various colonial and Cold War campaigns that went on in the Third World from the 1940s on; which, in places like Korea and Vietnam, Laos and Cambodia, substituted the devastation of air power locally for a war between the two superpowers which might have employed the mightiest air weaponry of all to scour the Earth.
La aviación de guerra comenzó en 1911, con un piloto italiano lanzando una granada de mano sobre Libia. Un avión, una bomba. El daño, mínimo. 44 años después, sobre Hiroshima se repite el concepto. Un avión, una bomba. Cambia el daño, que pasa a ser máximo. Entre medio de ambos episidios, no se dudó en condenar los bombardeos alemanes en Guernica y los japoneses en Manchuria, pero cuando los objetivos del bombardeo estratégico eran Dresden y Tokyo, los bárbaros seguían siendo los de abajo.
El panorama era distinto en la WWI cuando, sobrevolando a la carnicería de las trincheras, se desafiaban los aces a la manera de duelos caballerescos. La elegancia se perdió y después de Vietnam fue reemplazada con las bombas inteligentes, destinadas a hacer ataques quirúrgicos. Hoy, imposibilitados de eliminar con bisturí a Hezzbolah, a más de quebrar la voluntad libanesa, el ejército israelí apunta a "degradar" a Hezzbolah, otro de los giros lingüisticos creados por las circunstancias.
2 comentarios:
Marcos...Al analizar est tipo de situaciones,¿utilizas la teoría de los demonios? Es decir,en la Segunda Guerra no había buenos y malos,sino dos versiones del colectivismos,con Israel vs.Hezzbollah,una banda de delincuentes contra otra sólo que se llama Estado de Israel.¿Entendí bien?
Nico, tampoco creo que en que haya buenos y malos. Aunque creo que que existe un bien, éste varia para cada uno, y debemos cuidarnos cuando un guionista de hollywood, o más serio aún, un político, pretenden definirlo universalmente. Debemos tener muy presente que los "axis of evil" y demás entelequias sólo son construcciones políticas, y no alguna verdad revelada.
Entonces, buenos o malos -como mejor le parezca a cada uno-, los alemanes y japoneses (generalizo para no entrar en detalles) creo que se destacaron mejor que nadie por la criminalidad de sus actos. Ahora, 60 años de películas no me hacen pensar que ellos sean los malos (como los indios), sino que el problema tiene una complejidad que excede la [escasa] capacidad comprensiva del maniqueísmo. Y como no considero malos a los alemanes y japoneses, por deducción no considero buenos (ni malos) a los aliados, quienes también dejaron patentes actos criminales, pretendidamente justificados o minimizados por la victoria. El caso de los rusos es quizás el más grotesco, por ser los ejecutores más fieles al totalitarismo. En cuanto a las otros países, la retórica democrática y anti-fascista, aparte de la erección en "El bien", nos puede confundir a la hora de abrir un juicio de valor. Conociendo los matices nos evitaremos frases como "la victoria de la libertad" o "la derrota del mal".
Mismas precauciones para analizar el conflicto actual. Que Israel sea el estado demo-liberal, no lo exime de conducir su defensa con arreglo a derecho, ni nos debería acallar si no tememos estar traicionando a nadie. No se si Hezzbolah será el mal, pero se metió en una situación complicada actuando lunáticamente y los que la estan pagando cara son en general todos los libaneses.
Hablar de demonios es emplear un término que por historia se asemeja a "el mal". Lo que podemos buscar es la causa de los males de muchas personas (males y bienes son subjetivos), los que condecirán no casualmente con los perpetradores de la guerra, Hezzbolah por un lado, y los políticos y militares israelíes por el otro, pero no conviene hablar de mal o bien, ni de su adjetivación en malos y buenos.
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