Mientras en Irán siguen colgando con grúas a violadores, secuestradores, y demás personas de bien, nos enteramos de la insólita condena propinada a un estafador de Michigan. Phil Kollinski organizó una colecta de chatarra para fundir como monumento a los veteranos de guerra. Resulta que vendió la chatarra y se quedó con la plata; entonces un juez condenó al hombre de 73 años a pulir monumentos de guerra con un cepillo de dientes, usando una remera con la leyenda impresa "I stole from veterans". Si esta original pena pudiera reemplazar a la prisión o a la muerte, habrá que perdonar la posible incidencia negativa sobre la honra y autoestima del condenado.
Una idea para Argentina, que podría pasar por tortura o pena capital: En vez de cumplir penas de 10 o 20 años de reclusión, el reo podría escoger tomar un vaso de agua del riachuelo. Si sobrevive, al mejor le provoca menos secuelas que años de prisión. Eso sí, si limpian el riachuelo la pena pierde sentido. El vaso enseñaría la vergüenza del preso, del funcionario y del que contamina. Si la dosis provoca la muerte, habrá de ser abolida su aplicación y recordado el origen como el proveniente del "Rio Matanza". De no provocar tan severa consecuencia, en la jerga se podrá referir a la extracción riachuelina como el comercial Caca-cola o el eufemísticamente fino eau d' ruisseau.
jueves, agosto 09, 2007
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