A pocos días del 220 aniversario de la toma de la bastilla, el antiguo séptimo sabio Hugo Periandro de Priene, que lee hasta los edictos judiciales de La nacion, me recuerda sobre una carta de lectores correctiva de una equivocación respecto a Luis XVI. Su autor además descarta que el carácter de Luis XVI pueda asemejarse -como pretendió Santi Kovadloff- al del Pingüino Emperador.
En esto es interesante compartir el enfoque de Tim Blanning, quien traza un paralelismo entre Luis XVI y Carlos I Estuardo, como se verá, no por mero capricho. Lo último que leyó Lucho Capeto, aguardando ya la ejecución, fue Historia de Inglaterra de David Hume, de donde se interesó en la suerte de Carlos.
Allí vio la actitud del rey inglés en un juicio de sentencia y veredicto preestablecidos, frente a los cuales desconoció la autoridad de esa "fracción del parlamento", aseveró la infalibidad de los reyes y su cometido a la ley de Dios. Luego de justificarse en la divinidad, apeló a cierto populismo cuando aseguró estar para defender la libertad del pueblo inglés.
Atribuída a Carlos, una obra póstuma donde se narran los últimos momentos del mártir obtuvo enorme divulgación y sirvió para crear un clima favorable a la eventual restauración. Este testamento político combinaba "firmeza con magnanimidad, resolución con clemencia". Según legó a sus hijos Charly II y James II, "manténganse leales a los verdaderos principios de piedad, virtud y honor, y nunca les faltará un reino".
Al pasar a Luis XVI, Blanning comenta que no le sirvió de mucho tener esos dones en abundancia para mantener el reino y la cabeza. Como le dijo a su defensor Malesharbes: "Estoy seguro de que me harán perecer; tienen el poder y la intención de hacerlo. No importa. Concentrémonos en el juicio como si lo pudiera ganar; y lo ganaré, en efecto, desde que dejaré un recuerdo inmaculado".
A diferencia de Carlos, no cuestionó la competencia de la Convención nacional de juzgarlo, desperdiciando su carta de invocar el artículo de la constitución de 1791 en el cual se declara inviolable y sagrada la persona del Rey. Si en algo era único Lucho era en "no tener ni los derechos de un ciudadano ni las prerrogativas de un rey".
Para los estándares del arrogante y desdeñoso Carlos I, Lucho había sido un "modelo de compromiso y cooperación". Lo resumen los sombreros: Carlos mantuvo el suyo durante todo el juicio, Lucho debió ponerse el gorro frigio.
La historia de Inglaterra de David Hume no podía enseñarle a Lucho cómo salvar su vida sino cómo debía morir. Llegó a buscar la redención manifestando "Dios mio, qué feliz soy en tener mis principios! ¿Dónde estaría sin ellos? ¡Con ellos hasta la muerte me parece dulce! Sí, existe un juez incorruptible en el cielo quien sabrá cómo darme la justicia que los hombres me niegan aquí". Acto seguido lo condujeron a la plaza de la revolución (Place de la Concorde). Allí el verdugo de nombre Sansón le cortó el pelo. Entre el bullicio de los tambores intentó dar un discurso con las palabras de "Muero inocente. Perdono a mis enemigos y espero que mi sangre sea útil a los franceses, que aplacará la ira de Dios".
Mientras los parlamentarios ingleses cosieron la cabeza al cuerpo de Carlos y lo enterraron en la capilla de San Jorge en Windsor, los restos de Lucho fueron llevados al cementerio Madeleine y ubicados dentro de un sencillo cajón. Era un entierro simbólico no solo del rey, también de la institución monárquica. A los ojos de los revolucionarios franceses, Lucho no era tanto culpable de haber cometido actos de traición sino de haber reinado, pues como dijo Saint Just, "ningún hombre puede reinar inocentemente". En términos de un diario de la época, la sangre de Lucho Capeto derramada por el filo de la ley, limpiaba un estigma de 1300 años.
Op. cit Tim Blanning, pp. 195-202.
viernes, julio 10, 2009
Vidas paralelas
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2 comentarios:
siempre recuerdo -cuando leyendo el para mí muy buen libro de historia de ibáñez en el secundario, a mediados de los 60- la impresión que me causó carlos I, parado frente a la multitud que se había congregado para presenciar su ejecución, a la que se dirigió, diciéndoles: remember...
se ha dicho que lo que motivó la ejecución de luis XVI fue su intento de huída de parís con la familia real. en una magnífica -para mi- película de ettore scola, "la noche de varennes", se relata el hecho, y alguien en una posta, en un alto del viaje -en el que también participa entre otros thomas paine- relata que el monarca fue detenido por el jefe de correos -luis XVI iba disfrazado, pero fue reconocido, según el relato histórico por una moneda que dio de propina la que tenía acuñada su imágen- pero será respetado, tanto el como su familia, a lo que marcello matroianni, que interpreta al ahora anciano y decrépito casanova, le responde que un rey que fue detenido por un jefe de correos ya no tiene más el respeto de sus súbditos...
cuando mitterand celebró el bicentenario en 1989, ningún representante de ninguna monarquía europea asistió a las celebraciones...
proust, en "un amor de swan" comenta que en ninguna casa de la nobleza del ancien regime había muebles estilo imperio...
Hugo de Prienne, dejando de lado lo de "antiguo", se nota que no es una ironía lo de sabio. Si algo positivo sale de que La nacion no te publique las cartas, es que puedas igualmente compartir tu sabiduría aquí. Lucho se escapaba como rata por tirante, pero quien iba a decir la familiaridad con el Ducce en cuanto a las circunstancias de su captura! Lo delataron las botas.
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