viernes, julio 14, 2006

Buenos Aires y Argentina, para Guy Sorman

Terminé de leer La singularidad francesa, (1995) de Guy Sorman, donde como en otras obras, el autor habla de todo, razón por la que podríamos definirlo como polígrafo antes bien que ensayista. Como viajero que es, uno de los temas recurrentes tratados por su pluma son los lugares y los lugareños.
En esta fracción que selecciono, habla de Argentina, encabezando el subtítulo con una denominación para nuestra capital como "El Nueva York austral" (p. 195)
"Después de unas horas de haber llegado de Paris, extenuado, me contagia el ritmo porteño. Los argentinos piensan más rápido que los europeos, hablan más fuerte, no duermen jamás y cenan a medianoche. Del aeropuerto me condujeron directamente a los pies de la estatua del general San Martín (los argentinos son aficionados a las estatuas y los caballos), para depositar un ramo azul y blanco. Una vez depositada mi corona, un conjunto local entona una ópera italiana de género menor; la melodía es agradable, no muy inspiradora, y demasiado extensa. Por la expresión severa de mis acompañantes, adivino que se trata del himno nacional. En Buenos Aires no se bromea con lo nacional, sobre todo porque nadie sabe definirlo.
Un chiste local dice que los argentinos se consideran ingleses que viven en París. En realidad, el porteño es una mezcla de judío ruso con napolitano.
Los negros, antaño numerosos, desaparecieron a fines del siglo pasado, diezmados por la fiebre amarilla y las guerras contra Bolivia y Paraguay; pero, si he de creer a Alfredo Arias, dejaron el tango como legado: el tango, nacido del encuentro en el puerto de Buenos Aires entre un virtuoso del tam-tam africano y un violinista judío.
Así, todo porteño pasa la mayor parte del tiempo cuestionando su identidad, para delicia y fortuna de los psicoanalistas, que son más numerosos en Buenos Aires que en Nueva York. Este deseo de reconocimiento por parte de los otros define la identidad argentina por su negativo; este pueblo tan diverso sólo se reconoce único en un espejo europeo. Los argentinos exigen que se les quiera, pero retribuyen con mucho. Se sabe que son el mejor público del mundo; cualquier cantante francés abandonado por su auditorio sabe que allá encontará una multitud para aclamarlo. ¿Dónde se puede llenar una sala de cine de tres mil butacas, pronunciar una conferencia sobre el libearlismo durante dos horas, recibir una ovación y ser reinvitado el año siguiente? Sólo me ha sucedido en Buenos Aires."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede un liberal hablar tan suelto de cuerpo de Los Argentinos, Los Francese? Pensê que la mayoría de los liberales rechazan esas generalizaciones por considerarlas colectivistas.

MarcosKtulu dijo...

Bueno, hay que vender libros ;)
Los ensayos, te permiten esto, deleitarte y pensar, pero tampoco es para tomar todo con la mayor de la seriedad. Aunque algunos dichos parecen aproximarse a nuestra indefinible idiosincrasia. Cuando menos quedan lindos.